
Como resultado de la intensa selección genética, actualmente tenemos pollos que son 400% más eficientes que los pollos de hace 60 años (Zuidhof et al., 2014). Esta elevada tasa de producción es muy vulnerable a cualquier desequilibrio nutricional o sanitario, por lo que se debe prestar atención a todas las alternativas existentes para aumentar la eficiencia alimentaria. Parece ser que todo recae en el cuidado de la salud intestinal y este punto debe ser atendido de manera multifactorial. Actualmente, algunos de los puntos de mayor interés para el nutricionista incluyen mejorar la digestión, conocer el efecto de la microbiota sobre la salud en general y entender el efecto perjudicial de las micotoxinas sobre la productividad.
Trabajando en la digestión
Un error común cuando se discute sobre salud intestinal es enfocarse únicamente en el control de enfermedades y en los retos más frecuentes de las explotaciones avícolas (i.e. coccidiosis, clostridiosis, colibacilosis; Oviedo-Rondón, 2019). Actualmente se viene trabajando en mejorar los ejes de la nutrición: digestión – absorción – metabolismo, y además ampliar el enfoque considerando aspectos inmunológicos, nerviosos y endocrinos. La digestión es uno de los primeros puntos donde los nutricionistas ponemos atención por su relación con la salud intestinal.
Anatómica y fisiológicamente, el proventrículo y la molleja son los órganos encargados de facilitar y mejorar el proceso de digestión. Debemos cuidar la salud del proventrículo, principalmente disminuyendo las toxinas en el alimento. Para asegurar una correcta funcionalidad de la molleja es importante tomar en cuenta el nivel y la fuente de fibra de la dieta, tamaño de partícula y forma física del alimento. Desde el punto de vista de estrategias nutricionales, es ampliamente difundido el uso de enzimas exógenas, emulsificantes y recientemente se viene trabajando con co-factores enzimáticos.
Microbiota y salud intestinal
Se conoce que la microbiota tiene una capacidad metabólica comparable con la del hígado. Desde hace mucho tiempo se ha vinculado la población microbiana con la salud intestinal y con el rendimiento productivo. Recientemente, con los avances y tecnologías en biología molecular se sabe que animales con un perfil de bacterias diferente, tienen resultados productivos también diferentes, y es posible modular de manera temprana la microbiota del tracto gastro-intestinal (TGI; Rubio, 2018). Lo anterior obedece a las características de las bacterias promotoras de salud intestinal, a saber:
- La regulación positiva del sistema inmune del huésped.
- La producción controlada de mucina para mantener una adecuada integridad intestinal y mayor lubricación de los enterocitos.
- La adecuada tasa de renovación de las vellosidades intestinales.
- El control de crecimiento de bacterias potencialmente patógenas.
- Producción de vitaminas del complejo B y vitamina K.
- Una microbiota óptima requiere de una adecuada capa de mucina.
De acuerdo con Apajalahti y Vienola (2016), en los últimos avances del estudio de la microbiota se indica que existe incluso un requerimiento de energía y de aminoácidos (aa) de una microbiota ideal. Los requisitos nutricionales de las bacterias dependen de la especie. Existen más de 1.000 especies de bacterias a lo largo de todo el TGI, algunas tan simples que solo requieren de un espacio para crecer, ya que son capaces de producir todas las biomoléculas para su crecimiento y desarrollo. Igualmente, algunas otras son tan exigentes que no pueden crecer si los aa, vitaminas y muchos otros compuestos no están disponibles en el entorno de crecimiento. Se han realizado análisis de la cantidad de proteína que necesitan las bacterias del género Lactobacillus sp. y se estima que pueden consumir del 3 al 6% de la proteína total de la dieta. En contraste, E. coli es independiente de cualquier aa exógeno y es capaz de crecer solo con azúcar y minerales, razón por la cual es tan frecuente la disbacteriosis conocida como colibacilosis cuando hay un desbalance simple a nivel de salud intestinal.
Impacto negativo de las micotoxinas
Cuando los hongos encuentran un lugar apropiado para proliferar, como mecanismo de defensa y para posicionarse en el medio (alta competencia por los nutrientes y espacio), producen lo que conocemos como micotoxinas. Un parámetro importante a tomar en cuenta es la actividad de agua, si sus valores se mantienen por debajo de 0,70, la proliferación de hongos no se ve potenciada.
Se han reportado más de 500 tipos de micotoxinas (Filazi et al., 2017). Los géneros de hongos más importantes por la formación de micotoxinas perjudiciales son Aspergillus sp., Penicillium sp.y Fusarium sp.. Algunas micotoxinas tienen mecanismos de acción muy bien estudiados, pero aún desconocemos gran parte de las interrelaciones y sinergia de la mayoría de las otras micotoxinas. La unidad de cuantificación más usual es ppb. Dentro de los efectos negativos que afectan directamente a la producción animal se incluye una reducción de la ingesta de alimento, disminución de la ganancia de peso, inmunidad afectada, daño a órganos, aumento de mortalidad e inflamación crónica del intestino.
Las principales micotoxinas, ya sea por su alta presencia en los insumos o por los impactos negativos en avicultura, son (adaptado de Grenier y Applegate, 2013):
- Fumonisinas (FUM): Generan trastornos intestinales y de bioquímica sanguínea. Tienen una absorción limitada en el TGI de monogástricos por su gran tamaño. Sin embargo, el daño lo ocasionan a nivel de lumen intestinal, destruyendo y evitando que se regenere el epitelio intestinal.
- Tricotecenos: Los más conocidos son T-2 y deoxinivalenol (DON). La presencia de estas micotoxinas incluye lesiones orales y en la molleja, micro-hemorragias, retraso en el crecimiento, regresión de la bursa de Fabricio, daño hepático y estrés oxidativo. Cuando se encuentran niveles altos de DON y FUM, el efecto negativo sobre el TGI se incrementa.
- Zearalenona: Generan efectos a nivel hormonal y del sistema reproductor, principalmente perjudicial para cerdos, y en menor medida para gallinas ponedoras y reproductoras.
- Aflatoxinas: Generan toxicidad hepática e interfieren con la digestión de carbohidratos, proteínas y lípidos. También tienen efecto inmunosupresor y favorecen el estrés oxidativo.
- Ocratoxina: Causan toxicidad hepática y de riñón. Amplifica el efecto negativo de las coccidias.
Una manera práctica para clasificar a las micotoxinas es por su origen, si son micotoxinas de campo (fumonisinas, tricotecenos, zearalenona) o de almacenamiento (aflatoxinas y ocratoxinas).
Los aditivos nutricionales (“secuestrantes de micotoxinas”) que le hacen frente al problema de micotoxinas, cuentan con diferentes estrategias para su control (e.g. aluminosilicatos, paredes de levadura, detoxificación enzimática, arcilla inter-espaciada). Los ingredientes de estas formulaciones deben tener estabilidad en un amplio rango de pH, minimizarse la tasa de desorción, no secuestrar nutrientes y no deben afectar el normal funcionamiento del sistema digestivo.
Así mismo, es importante tener en cuenta las técnicas de muestreo para materias primas, con la finalidad de conocer el riesgo actual y de tener una base de datos histórica. Actualmente el maíz tiene alta prevalencia de FUM y DON, mientras que el afrecho de trigo comúnmente está contaminado con ZEA (datos Olmix Región Andina – 2019).
Realizado por: Cristian Uculmana M, Mg.Sc.
Coordinador Técnico Regional – Olmix
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Referencias:
Apajalahti J, Vienola K. Interaction between chicken intestinal microbiota and protein digestion. Animal Feed Science and Technology 2016; 221:323-330.
Filazi A, Yurdakok-Dikmen B, Kuzukiran O, Tansel SU. Mycotoxins in Poultry. Chapter 4. 2017. Disponible en: http://dx.doi.org/10.5772/66302.
Grenier B, Applegate TJ. Modulation of intestinal functions following mycotoxin ingestión: Meta-Analysis of published experiments in animals. Toxins 2013; 5:396-430.
Oviedo-Rondón, Edgar O. Holistic view of intestinal health in poultry. Animal Feed Science and Technology 2019; 250:1-8.
Rubio LA. Possibilities of early life programming in broiler chickens via intestinal microbiota modulation. Poultry Science 2018; 98(2):695-706.
Zuidhof MJ, Schneider BL, Carney VL, Korver DR, Robinson FE. Growth, efficiency, and yield of commercial broilers from 1957, 1978 and 2005. Poultry Science 2014; 93(12):2970-2982.